jueves, 17 de marzo de 2011

2º Domingo de Cuaresma. Reflexiones


La Palabra de Dios: camino de la Cuaresma


II DOMINGO DE CUARESMA –A-

Dios revela a las columnas de la Iglesia (Pedro, Santiago y Juan), germen de la comunidad futura, el sentido de la persona de Jesús como nueva ley y llama a su seguimiento: "¡Escuchadle!". Como un nuevo Sinaí, la ley personificada en la persona de Moisés y los profetas en la de Elías, ceden el paso a la palabra de Dios encarnada que será el definitivo camino verdadero y viviente. La voluntad de Dios no está ya en la ley de Moisés, sino en la persona de Jesús. EVANGELIO de San Mateo 7,1-9.

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces tomó la palabra y dijo a Jesús: Señor, ¡qué hermoso es estar aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo. Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y tocándolos les dijo: Levantaos, no temáis. Al alzar los ojos no vieron a nadie más que a Jesús solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.

Reflexión:

¿Quiénes acompañaban a Jesús en la montaña?

¿Quiénes aparecieron? ¿Qué dijo Pedro?

¿Qué voz se escuchó desde la nube luminosa?

¿Cómo escuchamos hoy la voz de Dios?

¿Quién es Jesús para ti? ¿Cómo lo haces vida?

Compromiso: Participa en la Eucaristía del Domingo y escucha con atención las lecturas de la Palabra de Dios. Acércate a toma el Cuerpo del Señor y dale gracias después de la comunión. Acuérdate de participar con una limosna para los más pobres.

Oración: TU ROSTRO BUSCARÉ, SEÑOR

Si me escondes tu rostro, viene la noche, mi vida pierde su sentido, el vacío.

Tu rostro buscaré, aunque esté desfigurado,

oculto en el rostro de los pequeños, herido en el rostro de los pobres,

manchado en el rostro de los oprimidos.

Tu rostro buscaré en los montes del Tabor o del Calvario,

en la oración escondida y en la cruz transfigurada,

escuchando tu silencio y esperando tu palabra.

¡Viva Jesús en nuestros corazones!