jueves, 3 de noviembre de 2011

OPERACIÓN KILO


CAMPAÑA PARA COMBATIR EL HAMBRE. “UN POCO DE TU COMPRA ES MUCHO”.
El sábado 5 de Noviembre se va a llevar a cabo una nueva Operación Kilo. Esta vez se van a realizar simultáneamente en los Carrefour de Bahía Sur (San Fernando), El Paseo (El Puerto de Santa María), Jerez Norte, Jerez Sur y como novedad también se realizará en ARCOS DE LA FRONTERA.

Es una iniciativa del BANCO DE ALIMENTOS DE CADIZ y de la FUNDACION SOLIDARIDAD CARREFOUR que persigue estrechar lazos de colaboración y solidaridad con instituciones de apoyo a familias necesitadas de alimentos.

Si quieres colaborar puedes hacerlo bien como voluntario para pedir alimentos ó bien entregando alimentos en el supermercado a los voluntarios.
El supermercado CARREFOUR apoyará duplicando la cantidad de kilos obtenidos en la operación kilo.

¡¡¡Colabora con nosotros!!!

martes, 1 de noviembre de 2011

13 de Noviembre: Día de la Iglesia Diocesana

IgDio11

Reflexiones litúrgico-culturales en torno a la fiesta de Todos los Santos

Sumándonos a la maravillosa explicación de nuestro compañero y amigo Luis García Gutiérrez, delegado de liturgia de la Diócesis de León y secretario de la AEPL sobre el origen de la fiesta de Todos los Santos en su blog actuosa-participatio, lanzamos otro punto de reflexión, esta vez, no tanto desde la liturgia como desde la cultura.


En estos últimos decenios hemos contemplado inertes y estupefactos el cambio de un paradigma[1] cultural en torno a la fiesta del 1 de noviembre, la del día de Todos los Santos. El término Halloween proviene del vocablo del inglés antiguo "All hallow's eve", que significa "Víspera de todos los santos", refiriéndose a la noche del 31 de octubre. Sin embargo, ciertas costumbres anglosajonas le han robado su sentido religioso estricto para celebrar, en su lugar, la noche del terror, de las brujas y de los fantasmas. Halloween marca un triste retorno al antiguo paganismo, tendencia que, bajo la hegemonía económica y cultural angloamericana, se ha propagado también entre las comunidades y naciones hispanas.


La fiesta cristiana de Todos los Santos ancla su identidad en el dogma de la Comunión de los santos (de las cosas santas) expresado en el Credo. Mediante el recuerdo de la acción de gracias en la Eucaristía, por la santidad de los mejores hijos de la Iglesia y mediante la celebración memorial del Sacrificio de Cristo, ofrecido en sufragio por el eterno descanso de los difuntos, los que formamos la Iglesia militante, peregrina, nos relacionamos con la asamblea celeste, triunfante, y también con la iglesia purgante. El día de Todos los Santos (y su prolongación en el día de Fieles difuntos) no era un día tétrico de culto a la muerte, sino más bien, un día en el que la realidad de la muerte humana se iluminaba con el Misterio Pascual de Cristo, celebrado en la liturgia de la Iglesia. La liturgia (lex orandi) en el día de Todos los santos es expresión de la fe (lex credendi), que al comunicar la gracia santificadora del Espíritu en la celebración se convierte para el fiel, no solo en don, sino también en tarea (lex agendi). Dicho de otro modo, Todos los Santos urgía al fiel, que en un futuro será fiel difunto, a vivir en la ley del amor, la caridad y la solidaridad, porque al final de la vida, vendrá el juicio, para el cual debemos estar preparados en esta vida presente por el ejercicio de la santidad (Bienaventuranzas).


Todo este universo se expresaba a través de un prototipo cultural[2]: El paradigma de “Don Juan Tenorio”, que alcanzó su máxima expresión en la obra de José Zorrilla. El mito de Don Juan Tenorio, procede de una leyenda sevillana recogida, por primera vez, en la obra de teatro de autoría discutida, atribuida tradicionalmente a Tirso de Molina titulada “El burlador de Sevilla y convidado de piedra” que se difundió ampliamente en la literatura occidental, inspirando a Molière, Lorenzo da Ponte (autor del libreto de Don Giovanni de Mozart), Azorín, Marañón, lord Byron, Pushkin, y a otros muchos autores. El relato proclama el reino de la justicia divina (“no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague”) pero también la misericordia y la posibilidad del arrepentimiento y el perdón antes de comparecer ante el tribunal de Dios (“¡Qué largo me lo fiáis!”). El Tenorio portaba, entonces, una exhortación moral para su público: La pasión humana, demasiado humana, del Tenorio podría llevarnos a la eterna muerte si en nuestras vidas no existiera la caridad y la misericordia divina. A niveles teológicos la obra podría ser una respuesta a las creencias sobre la predestinación salvífica, sostenidas por Juan Calvino, según las cuales la salvación y la entrada al reino de los cielos ya han sido determinadas por Dios desde el momento del nacimiento.


En torno al 1 de noviembre han aparecido en estos últimos decenios nuevas prácticas y costumbres, que han desplazado el universo simbólico cristiano, dando paso a otras significaciones, difusamente religiosas, en relación con el final de la vida del ser humano y con su destino en el “más allá”. Fantasmas, aparecidos y almas, y no Santos, son los que ahora nos hablan de nuestro fin, y por supuesto, estos fantasmas, paganos y sin bautizar, (no como Don Gonzalo, padre de doña Inés, alma cristiana del purgatorio), no representan la esperanza de la eterna paz (visión beatifica para el cristiano), ni aluden a la ideas de juicio divino, ni a la creencia cristiana en la resurrección de los cuerpos. En esta nueva concepción (nuevo paradigma) solo las brujas y brujos, videntes y médiums, fantasmas y monstruos son los que pueden ponerse en contacto con los pobladores de tan tétrico reino. Y estas ideas[3] también han encontrado su expresión cultural en otro prototipo: “El Jinete sin cabeza”, por supuesto, mucho menos guapo que Don Juan.
“El Jinete sin cabeza” es un personaje mítico, que encontrará su forma más evolucionada en la historia de Washington Irving “La leyenda de Sleepy Hollow” publicada en 1820. La Leyenda del Jinete sin cabeza aparece en folklore alemán, compilado por Hermanos Grimm, donde el macabro llanero busca a criminales no llevados ante la justicia a quienes el castigo de su crimen mandaría decapitar. Lo describen como “hombre sin cabeza en una capa gris larga que monta en un caballo también gris”. La leyenda se ha extendido en diferentes lugares y de diferentes formas así en el Estado de Tejas, el jinete sin cabeza es un criminal que fue decapitado, que vaga por las llanuras Tejanas a grupa de un caballo gris.
Este fantasma, como nuestro Don Juan, también ha tenido repercusión en el séptimo arte:
· El Sin Cabeza (1922) es una película muda inspirada en el relato, dirigida por Edward Vebturini.
· Walt Disney Pictures filmó en 1949 La Leyenda de Sleepy Hollow y El Señor Sapo.
· Tim Burton rodó en 1999 Sleepy Hollow, mostrando una nueva versión del relato.
· Recientemente, en octubre de 2007, el canal temático internacional, dedicado mayoritariamente a la emisión de series y películas ciencia ficción, que, también dedica espacios a los géneros de fantasía, horror y fenómenos paranormales, llamado Sci Fi, retrasmitió una película titulada El Jinete sin Cabeza dirigida por Anthony C. Ferrante, en la que se afirma que la historia de Washington Irving es una versión suavizada de lo que ocurrió en realidad.
· En cuanto a la difusión entre el público más joven destaco la versión que hace del jinete en el MMORPG (juego de Rol en línea) en el Mundo de Warcraft que lo relaciona como monstruo de Halloween.
Este fantasma holandés, afincado en Nueva York, que aparece para tomar la cabeza de los vivos está ocupando el lugar de nuestro Don Juan. Y frente a la exhortación moral del tenorio, el jinete sin cabeza no conlleva moral alguna tal como pregonó Nietzsche para la era poscristiana. La historia del jinete sin cabeza, es más bien una ocasión para narrar crímenes y carnicerías propias de la violencia animal de los seres humanos, y, sin llegar a ser tan tremendos, para hacer el gamberro manchando y rompiendo alguna lápida de un desvigiliado campo santo.


Parece que el paradigma cultural ha cambiado y una nueva visión del mundo quiere ordenar nuestro pensamiento y nuestros actos de antiguos cristianos. En esta nueva visión, los grupos de adoradores del demonio, proponen que la fiesta de Halloween sea para los fieles de Satán el centro y culmen del año, ocupando la significación de la Vigilia Pascual cristiana. Estas ideas puesto que se hacen mediante ritos y símbolos pueden tener más alcance del que creemos en muchos hermanos nuestros…


Esto que hemos expuesto, discutible por otro lado, es un motivo que nos urge para vivir y recuperar la fiesta cristiana en la línea que nos expone nuestro el liturgista Luís García Gutierrez.


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[1] Sobre el concepto paradigma de Thomas S Kuhn, The structure of Scientific Revolutions. Chicago 1970. Trad Española La estructura de las revoluciones científicas. Madrid (Fondo de cultura Económica)1987 aplicado a la liturgia G. Martínez Cult and Culture: The Structure of the Evolution of Worship: Worship 5 (1990) 406-433.
[2] Se podría añadir al axioma Lex Orandi, Lex Credendi, Lex Agendi, el complemento Lex Inculturandi, en cuanto la Liturgia, por su naturaleza es expresión de cultura, que no se puede reducir simplemente al dogma o la moral pero que también es expresión de ellos.
[3] Por otro lado, no tan nuevas pues, perduraban en los pueblos paganos convertidos al cristianismo que fueron refrescadas, a lo largo de la edad media, por la sucesivas olas migratorias de pueblos bárbaros, los cuales esta vez no provenían de más allá del Danuvio, como los evangelizados por Ufilas, sino de las penínsulas Escandinavas, a las que no había penetrado el anuncio del Evangelio.


Pedro Manuel Merino Quesada, Pbro.

La conmemoración de todos los fieles difuntos

Del libro El año litúrgico de Mons. Julián López Martín (Madrid, 1984, pp. 259s):


"La piedad popular ha unido culto a los santos y recuerdo de los difuntos, sin duda ante la proximidad de una y otra conmemoración litúrgica. Lo cierto es que en la solemnidad del 1 de noviembre y en la conmemoración del día 2 late una misma fe eclesial, iluminada por la esperanza de la vida eterna
La actual Conmemoración de Todos los Difuntos se remonta a una disposición del santo abad Odilón de Cluny, que en el año 998 dispuso que en todos los monasterios de su jurisdicción 'se recordara a las almas del purgatorio para aliviarlas de sus penas y alcanzarles de Dios purificación e indulgencia', según cuenta su biógrafo. Escogió precisamente el 2 de noviembre por su proximidad con la solemnidad de Todos los Santos.
Bajo el influjo de Cluny, la conmemoración se extendió pronto por toda Europa. La liturgia romana la introduce en el siglo XIV. De España se sabe que existió una celebración análoga dentro de la liturgia hispánica, pues San Isidoro de Sevilla (+636) manda en la Regla de los monjes que el día después de Pentecostés 'se celebre el santo sacrificio por los espíritus de los difuntos, a fin de que, participando de la vida bienaventurada, reciban más puros sus cuerpos el día de la resurrección'. Precisamente en España nació la costumbre, confirmada por el papa Benedicto XIV en 1748, de celebrar tres misas el día 2 de noviembre. En 1915, el papa Benedicto XV extendió este privilegio a toda la Iglesia, con el fin expreso de que una de las tres misas sirviese perpetuamente para compensar los legados de misas que por incuria de los hombres se hubiesen perdido o dejado de cumplirse.
Hoy el Misal romano conserva los tres formularios de misas del día 2 de noviembre, y tan sólo dice que 'pueden elegirse a gusto del celebrante'. Los formularios de estas misas han sido renovados prácticamente en su totalidad; las colectas son nuevas, y recogen la fe de la Iglesia en la vida eterna a partir del misterio pascual, el gran ausente de la mayoría de las oraciones por los difuntos del viejo Misal de San Pío V.
En cuanto a las lecturas, es preciso elegirlas de entre las que se proponen para las misas de difuntos. Asimismo es necesario escoger entre varios prefacios propuestos en el Ordinario de la misa".

Origen de la Solemnidad de todos los Santos.

El origen de esta Solemnidad se remonta al siglo IV. En Antioquía se celebraba una fiesta por todos los mártires el primer Domingo después de Pentecostés, relacionada con el triunfo Pascual de Cristo. En ese siglo fue introducida en Roma, lo atestigua el más antiguo Comes del conocido Códice de Wüzburgo, publicado por Dom Morin: Dominica in natale Sanctorum; más tarde es fijada por Bonifacio IV el 13 de Mayo, fecha de la dedicación del “Panteón” a la Virgen María y a todos los mártires tomando el monumento pagano el título de “Sancta Maria ad Martyres”. En aquel día por el lucernario de la cúpula se hacía caer una lluvia de rosas escarlatas. La idea de una Solemnidad colectiva y no sólo de los mártires fue abriéndose camino; Gregorio III erigió en san Pedro un oratorio expiatorio en honor de los Santos, tanto mártires como confesores, muertos por todo el orbe; puso un coro de monjes para que cada día en la Misa hicieran una especial conmemoración de todos los Santos cuyo natalicio se celebrase en aquel día en las diferentes iglesias de la catolicidad. En el 835 es pasada al 1 de Noviembre por Gregorio IV (simplemente, como refiere Juan Beleth en el siglo XIII, por motivos de facilidad: para ofrecer un refrigerio a todos los peregrinos que asistían, tras la recogida de la cosecha otoñal, dada la masiva asistencia para aquella ocasión). Sixto IV le añadió una octava.



Liturgia de la Misa


Antífona de Entrada: igual al Misal anterior -de 1962- (Sal 32,1)
Colecta: del Misal anterior
Primera Lectura y Evangelio: igual al Misal anterior
Sobre las ofrendas: tomada del Misal de París de 1738
Antífona de Comunión: igual al Misal anterior (Mt 5, 8-10)
Postcomunión: tomada del Misal de París de 1738

Otras Liturgias

Reflexión del “Sancta Sanctis”: lo que es santo para los que son santos, es lo que proclama el celebrante en la liturgia hispana y en la mayoría de las liturgias orientales en el momento de la mostración de los santos dones. Los fieles (sanctis) se alimentan con el cuerpo y sangre de Cristo (sancta).

Santos Padres

San Agustín, Sermón 304:
“También nosotros, hermanos, si amamos de verdad a Cristo, debemos imitarlo. La mejor prueba que podemos dar de nuestro amor es imitar su ejemplo, porque Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Según estas palabras de san Pedro, parece como si Cristo sólo hubiera padecido por los que siguen sus huellas, y que la pasión de Cristo sólo aprovechara a los que siguen sus huellas. Lo han imitado los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber bebido ellos.
Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Señor no sólo hay las rosas de los mártires, sino también los linos de las vírgenes y las yedras de los casados, así como las violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su género de vida, ha de desesperar de su vocación: Cristo ha sufrido por todos. Con toda verdad está escrito de él que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”.

Bibliografía
-“Il Santo del giorno”, Edizioni San Paolo 8ª Ed 2005. Mario Sgarbosa y Luigi Giovanni. Torino
-Liber Sacramentorum, Card Schuster, OSB. Versión española de Victoriano González, OSB. Tomo IX. Herder 1948. Barcelona
- Año litúrgico Patrístico, Manuel Garrido Bonaño, OSB. Tomo 7. Fundación Gratis Date, Pamplona
-Año litúrgico, Jesús Castellano, CPL, 2005 1ª reimpresión de la 2ª Ed de 1996

sábado, 8 de octubre de 2011

martes, 20 de septiembre de 2011

CONVOCATORIA DE CULTOS PATRONA 2011

Orla de Cultos 1

lunes, 1 de agosto de 2011

Cartel Vigilia



LA FIESTA DE LOS JÓVENES

PROGRAMA DE LA DIÓCESIS DE ASIDONIA-JEREZ
Jornada Mundial de la Juventud - Madrid 2011
Del 10 al 31 de Agosto

Del 10 al 13 de Agosto
Llegada de peregrinos procedentes de Colombia, El Salvador, Guatemala, Estonia, Rusia, Georgia, Francia, Argentina

Durante estos días los peregrinos son acogidos en familias.
Participarán en distintas actividades en los pueblos donde son acogidos.
Harán visitas culturales por las distintas zonas de la diócesis (Costa, Sierra y Jerez ciudad)

En la Ciudad de Jerez están previstas visitas a los lugares más emblemáticos. Los voluntarios servirán de guías (Iglesia de San Miguel, Catedral, Alcázar, Bodegas, Zoológico, Cartuja). Habrá espacios preparados para el descanso de los peregrinos. En la Sala Paul se habilitará un punto de internet a su disposición.

Viernes 12 y Sábado 13 de AGOSTO
En paralelo a la visita de los peregrinos, un millar de jóvenes de la Diócesis se movilizarán para realizar una misión por los pueblos de la sierra. Visitarán los pueblos de Prado del Rey, Villamartín, Arcos, Ubrique, Grazalema.
Realizarán celebraciones, cantos y actividades animando a todos a participar en la FIESTA DE LOS JÓVENES del domingo 14 y lunes 15 de Agosto.

Domingo 14 y Lunes 15 de AGOSTO - FIESTA DE LOS JÓVENES

16 - 21 de AGOSTO - JMJ en MADRID

Del 23 al 31 de Agosto
Llegada de peregrinos procedentes de Colombia, El Salvador, Guatemala, con los que se realizará una acogida semejante a la de la semana anterior a la JMJ.

25 de Agosto
Eucaristía Solemne en la Catedral con los peregrinos.

26 de Agosto
Vigilia Juvenil con los peregrinos (ubicación por confirmar).
14 y 15 de Agosto

LA FIESTA DE LOS JÓVENES

DOMINGO 14 DE AGOSTO – VIGILIA JUVENIL

La celebración tendrá lugar en el Estadio Chapín de Jerez.
Comenzará a las 21.30 h.
No habrá celebración eucarística.
Presidirá la Vigilia el Sr. Obispo, D. José Mazuelos Pérez.
Será una celebración festiva, con actuaciones, testimonios, audiovisuales y un momento de encuentro, comunión, en ambiente cristiano y festivo.
Están invitados todos los peregrinos que nos visitan, los jóvenes que van a Madrid y todos los fieles de la diócesis.
La entrada será libre y gratuita.
Habrá sacerdotes para celebrar el sacramento de la Reconciliación y una Capilla para la Adoración del Santísimo Sacramento.
Custodiarán la Presencia del Señor un grupo de monjas de clausura, que harán presente también la vida contemplativa durante esta Fiesta de los Jóvenes.


LUNES 15 DE AGOSTO – SOLEMNE EUCARISTÍA DE LA ASCENSIÓN DE MARÍA Y ENVÍO DE PEREGRINOS A LA JMJ MADRID 2011

A las 21.30 h. comenzará la celebración presidida por el Sr. Obispo D. José Mazuelos, en la cual se enviará a los jóvenes peregrinos que asistan a la JMJ en Madrid.
Se invita a concelebrar a todos los sacerdotes diocesanos, religiosos y los que acompañan a los peregrinos.
En esa celebración de envío participarán los más de mil peregrinos que de la Diócesis van a Madrid por los distintos grupos: organización diocesana, movimientos, colegios, hermandades y cofradías.
Algunos de ellos partirán después hacia Madrid.

Velada Benéfica



martes, 7 de junio de 2011

Almuerzo benéfico

domingo, 29 de mayo de 2011

lunes, 2 de mayo de 2011

X tantos 2011

Queridos diocesanos:

Iniciada ya la campaña del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, me pongo en comunicación con vosotros para recordaros que como contribuyentes, a la hora de hacer la Declaración de la Renta correspondiente al año 2010, tenéis la posibilidad de dedicar el 0,7 por ciento de vuestros impuestos al sostenimiento de la Iglesia católica. Los ingresos económicos que pueda tener la Iglesia, dependerán solamente del número de contribuyentes que opten por asignarle el porcentaje de sus impuestos.

Para ello es preciso marcar o pedir que se marque la casilla de la Iglesia católica al hacer la Declaración de la Renta, manifestando de esta forma vuestro compromiso con la misión y las actividades eclesiales. Esto no conlleva pagar más impuestos ni supone que a uno le devuelvan menos si su Declaración de la Renta resulta negativa. El número de los que asignan la casilla de la Iglesia ha ido aumentando en general y también en nuestra Diócesis, pero ese número puede ser todavía mayor.

Bien conocéis la labor pastoral y asistencial de la Iglesia, ayudando a los más necesitados de la sociedad. Baste recordar la actuación de Cáritas en estos momentos económicamente difíciles. Las actividades para responder a las necesidades materiales y espirituales, son realizadas en su mayoría por personas que entregan su vida a los demás, en una labor discreta y muchas veces ignorada, buscando el bien común de la sociedad. La Iglesia necesita medios económicos para cumplir su misión, acompañando a las personas en los acontecimientos más importantes de la existencia humana. Los ingresos obtenidos a través de la asignación del 0,7 % a la Iglesia suponen entre el 25% y el 30% de las necesidades y el resto lo recibe de las aportaciones voluntarias de los católicos y de personas de buena voluntad.

Os pido que marquéis la casilla de la Iglesia Católica para seguir haciendo algo “por tantos que necesitan tanto”. Con todo agradecimiento, os saluda y bendice en el Señor,

+Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela



domingo, 24 de abril de 2011

viernes, 22 de abril de 2011

El Monumento del Jueves Santo



UNA REFLEXIÓN PARA CADA DÍA DE LA SEMANA SANTA 2011

Tenemos la suerte de saber, por el evangelio, lo que hizo Jesucristo cada uno de los días de esta semana. Aquí lo tienes. Es la semana más importante de todo el año. Con cada cosa que hizo y dijo, nos quiso enseñar. Habla con Él de eso.


El jueves, viernes y domingo hay Oficios; aunque el jueves y el viernes no es obligatoria la asistencia, ojalá puedas ir los tres días.

LUNES SANTO (18 de abril)


¿Qué hizo hoy Jesús? Jesús ha dormido en el pueblo Betania, en la casa de Lázaro, Marta y María, de sus mejores amigos. A media mañana sube andando a Jerusalén, que está a unos cuatro kilómetros. En el camino, como es la hora de comer tiene hambre. Se acerca a una frondosa higuera, llena de hojas, pero en la que no hay higos, entonces la secó, por no tener frutos. Al llegar a Jerusalén, va al templo y lo encuentra lleno de comerciantes haciendo negocios, y los echa a latigazos, pidiéndonos que tratemos con respeto a Dios y a las cosas de Dios. Por la tarde pasa por el monte de los olivos, donde estuvo haciendo un rato de oración, y vuelve a pie a Betania.


A lo mejor Dios tampoco encuentra en ti los frutos que Él esperaba. Pídele perdón. ¿Tratas con respeto a Dios y a sus cosas? ¿Cómo te comportas en Misa, en el Oratorio, o en la Iglesia? ¿Haces con cariño las genuflexiones? ¿ Cuando oyes blasfemias pides perdón a Dios interiormente?


Fíjate como Jesús dedicaba todos los días a hacer un rato de oración como tú ahora. No lo dejes ningún día, aunque sea unos pocos minutos.


MARTES SANTO (19 de abril)


Jesús vuelve a Jerusalén. Pasan por el lugar de la higuera maldecida. Al ver el templo, profetiza que será destruído. Los discípulos están tristes porque Jesús les anuncia que dentro de dos días le matarán. Los cristianos, como Él, hemos aprendido a cumplir siempre la voluntad de Dios Padre, por encima de todo. Por ejemplo, Juana de Arco, cuando estaba al frente de sus soldados franceses, en una gran batalla contra Inglaterra, Dios le anuncia que ese día será herida. Entonces una amiga suya le dice que no vaya a pelear. Y Juana le contesta en tono irónico: "sal tú y di a mis generales que Juana de Arco no luchará porque tiene miedo a ser herida". Y salió valerosamente al frente de sus soldados, y fue gravemente herida.


No tengamos miedo de aceptar la voluntad de Dios. ¡Señor, sí, Tú siempre quieres lo mejor para mí! Quiero lo que quieras, quiero porque quieres, quiero mientras quieras.


MIÉRCOLES SANTO (20 de abril)


Jesús se queda en Betania. Simón, el leproso que había sido curado por Jesús, invita al Señor a comer en su casa, por lo agradecido que le estaba. Mientras están comiendo, entra en la casa una mujer del pueblo llamada María; rompe un frasco de perfume carísimo y lo echa a los pies del Señor. Los besa y los seca con sus cabellos. A Jesús le gustó ese detalle de cariño.


Es entonces cuando Judas busca a los jefes del pueblo judío y les dice: "¿Qué me dais si os lo entrego?". Ellos se alegraron y prometieron darle dinero.


¿Eres agradecido como Simón por las veces que a ti también te he curado de tus pecados? Cada vez, después de confesarte, dale gracias por haberte perdonado.


A Jesús le gustará que hoy tengas algún detalle de cariño con Él, como María. Piensa ahora uno concreto y regálaselo ya.


JUEVES SANTO (21 de abril)



La última Cena. Por la mañana de¡ Jueves, Pedro y Juan se adelantan para preparar la cena en Jerusalén. A la tarde llegaron al Cenáculo. Allí Jesús lavó los pies uno a uno. Luego, sentados a la mesa celebra la primera Misa: les da a comer su Cuerpo y su Sangre y les ordena sacerdotes a los Apóstoles para que, en adelante, ellos celebren la Misa. Judas salió del Cenáculo antes, para entregarle. Jesús se despidió de su Madre y se fue al huerto de los Olivos. Allí sudó sangre, viendo lo que le esperaba. Los discípulos se durmieron. Llegó Judas con todos los de la sinagoga y le da un beso. Entonces, le cogieron preso y todos los Apóstoles huyeron. Lo llevan al Palacio de Caifás, el Sumo Sacerdote. Le interrogan durante toda la noche: no duerme nada.


Hazle tú hoy compañía al Señor, que está solo. Haz el propósito de no abandonarle nunca, y de visitarle con frecuencia en el sagrario.


VIERNES SANTO (22 de abril)


Hoy muere. Al amanecer del viernes, le juzgan. Tiene sueño, frío, le han dado golpes. Deciden condenarle y lo llevan a Pilatos. Judas, arrepentido, no supo volver con la Virgen y pedir perdón, y se ahorcó. Los judíos prefirieron a Barrabás. Pilatos se lava las manos y manda crucificar a Jesús. Antes, ordenó que le azotaran. La Virgen está delante mientras le abren la piel a pedazos con el látigo. Después, le colocan una corona de espinas y se burlan de Él. Jesús recorre Jerusalén con la Cruz. Al subir al Calvado se encuentra con su Madre. Simón le ayuda a llevar la Cruz. Alrededor de las doce del mediodía, le crucificaron. Nos dio a su Madre como Madre nuestra y hacia las tres se murió y entregó el espíritu al Padre. Para certificar la muerte, le traspasaron con una lanza. Por la noche, entre José de Arimatea y Nicodemo le desclavan, y dejan el Cuerpo en manos de su Madre. Son cerca de las siete cuando le entierran en el sepulcro.


¡Dame, Señor dolor de amor! Ojalá lleves en el bolsillo un crucifijo y lo beses con frecuencia.


SÁBADO SANTO (23 de abril)


Jesús ha muerto. Todo el día de hoy, su Cuerpo reposa en el sepulcro, frío y sin vida. Ahora nos damos cuenta de lo que pesan nuestros pecados. Jesús ha muerto para redimirnos.


Estamos tristes. La Virgen María también está triste, pero contenta porque sabe que resucitará. Los Apóstoles van llegando a su lado, y Ella les consuela.


Pasa el día unido a la Virgen, y con Ella acompáñale a Jesús en el sepulcro. Haz el propósito de correr al regazo de la Virgen cuando te hayas separado de Él.


DOMINGO DE RESURRECCIÓN (24 de abril)


En cuanto se hace de día, tres mujeres van al sepulcro donde Jesús estaba enterrado y ven que no está su Cuerpo. Un Ángel les dice que ha resucitado. Van corriendo donde está la Virgen con los Apóstoles y les dan la gran noticia: ¡Ha resucitado! Pedro y Juan corren al sepulcro y ven las vendas en el suelo. Ahora entienden que Jesús es Dios. El desconsuelo que tenían, ayer, se transforma en una inmensa alegría. Y rápidamente lo transmiten a los demás Apóstoles y discípulos. Y todos permanecen con la Virgen esperando el momento de volver a encontrarse con el Señor.


Desde entonces, todos los cristianos podemos tratar al Señor, que está Vivo. Hoy estamos muy contentos y es momento de darle constantemente gracias a Dios.


Como Pedro y Juan, tú también tienes que preocuparte de que tus amigos sepan que Jesús ha resucitado, y le traten. Pídele esa preocupación.

Texto del P. José Pedro Manglano Castellary

Tomado de Web católico de Javier

lunes, 18 de abril de 2011

Carta Pastoral Semana Santa 2011

Caminando hacia la Pascua

Carta Pastoral Semana Santa 2011


Queridos hermanos todos en el Señor,

A las puertas mismas de la Semana Santa os invito a actualizar y descansar en ese misterio inefable de amor que está en el origen del acontecimiento único que conmemoramos en estos días: "Porque tanto ha amado Dios al mundo, que le ha dado a su Hijo unigénito" (Jn 3,16). Toda la Pasión del Señor tiene como único motivo el amor, el amor de Dios por nosotros hecho visible en Cristo su Hijo. Otra vez es san Juan, el discípulo amado, quien nos lo afirma en su evangelio: "Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" (Jn 13,1).

Durante estos días santos, seguiremos las huellas de nuestro Maestro y reviviremos con Él los misterios de su Pasión. En Jerusalén transcurrieron los acontecimientos cruciales de nuestra fe y es allí donde Jesucristo vive su Pascua, que es nuestra Pascua y la Pascua de toda la humanidad. Jerusalén nos evoca a un tiempo el pasado histórico y el futuro escatológico. Nuestras Hermandades y Cofradías pueden ayudarnos a releer cada una de las páginas de la Pasión e introducirnos en los hechos que se sucedieron como si se repitieran efectivamente ante nuestros ojos. Paso a paso, escena por escena, seguiremos el camino que Jesús recorrió con sus propios pies durante los últimos días de su vida mortal. De este modo, nuestras calles se convertirán en Getsemaní, en el Pretorio, en la Vía Dolorosa, en el Gólgota, en el Santo Sepulcro. Y todo ello con el fin de facilitar una buena celebración de la liturgia de la Iglesia, que hace posible actualizar y vivir en la fe el misterio salvador de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Es precisamente la celebración litúrgica de los misterios de Cristo lo que nos permite unidos en la fe y alimentados por ella, actualizarlos y participar en la gracia que de ellos brota, más allá de la imaginación o el sentimiento que se despierten en nosotros, aunque también éstos tengan su cometido.

El Domingo de Ramos abre solemnemente la Semana Santa. La liturgia de las palmas y los ramos anticipa en este domingo el triunfo de la resurrección, mientras que la lectura de la Pasión según San Mateo nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.

La entrada triunfal de Jesús en Jerusalén pide a cada uno de nosotros una actitud de coherencia y de perseverancia. Se trata de ahondar en nuestra fidelidad para que nuestros propósitos no sean luces que brillan momentáneamente pero que pronto se apagan. El olivo y las palmas que llevaremos a nuestras casas serán el signo exterior de que hemos optado por seguir a Jesús en el camino hacia el Padre. Esta presencia de las palmas y de los ramos en nuestros hogares es un recordatorio permanente de que hemos vitoreado a Jesús, nuestro Rey, y le hemos seguido hasta la Cruz, de modo que, siendo consecuentes con nuestra fe, sigamos y aclamemos al Salvador durante toda nuestra vida. Que nuestro grito de júbilo no se convierta en el ingrato «crucifícalo» del Viernes Santo sino que, al contrario, la celebración de la entrada en Jerusalén nos estimule a vivir de verdad esta semana de dolor y de gloria. Vivir la Semana Santa significa introducirnos en la Pasión e identificarnos con los distintos personajes, de modo que en ellos descubramos diversas páginas del libro de nuestra propia biografía, lo cual supone descubrir cuáles son los pecados que se dan en nuestra vida, buscando el perdón generoso de Cristo que, como a Pedro, nos mira con ojos de misericordia y nos invita, con los brazos abiertos, a acudir a Él que suplica por nosotros “perdónalos Padre porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34). Vivir la Semana Santa se nos presenta como una gran oportunidad para detenernos un instante, para pensar en serio, para preguntarnos en qué se está gastando nuestra vida. Se trata de una ocasión única para darle un rumbo nuevo a nuestros trabajos y a la vida de cada día, para mostrarle nuestro corazón a Dios, que nos sigue esperando, y abrirnos a los hermanos, especialmente a los más necesitados. Es así la posibilidad de participar de la muerte y resurrección de Cristo, de morir a nuestros egoísmos y de resucitar a un amor digno de tal nombre.

Por lo tanto, vivir la Semana Santa es proponerse seguir junto a Jesús todos los días del año, buscarlo allí donde le podemos encontrar, esto es, en la oración, en los sacramentos, en la caridad y de esta manera construir la civilización del amor y de la vida y no dejarse engañar por la hipocresía de nuestra sociedad que, como en tiempos de Jesús, quiere justificar la muerte de los inocentes en el seno de su madre o bien hacer bandera de “guerras caritativas y democráticas” que sólo tienen como causa puros intereses económicos.

Tras la celebración del Domingo de Ramos, el Martes Santo celebraremos en la Catedral la Misa Crismal en la que somos invitados a vivir con alegría nuestra condición de pueblo de Dios que, presente aquí en la tierra, camina hacia la Jerusalén celeste sostenido por los signos sacramentales. A ello nos ayudará la consagración, como cada año y para toda la Diócesis, de los Óleos Sagrados, fuente inagotable de la gracia redentora de Cristo a través de los sacramentos del Bautismo, la Confirmación, las Órdenes Sagradas y la Unción de los Enfermos.

Con la celebración del solemne Triduo Pascual, llegaremos al momento culminante de esta Semana, la mayor del año para los cristianos. Éste se abrirá con la misa vespertina de la Cena del Señor, día de reconciliación y caridad, memorial de la eucaristía que sirve de pórtico a la Pasión redentora del Señor. En efecto, en la celebración del Jueves Santo, la Iglesia revive la Última Cena de despedida de Jesús y celebra la caridad fraterna por medio de dos gestos muy significativos. El primero –el Lavatorio– de naturaleza testimonial, el otro –la institución de la Eucaristía– sacramental. Todas las lecturas de este día nos evocarán la entrega de Jesús, quien cumpliendo con el viejo rito de la pascua judía (Ex 12, 1-14), ofrece su Cuerpo en lugar del cordero (1ª Cor 11, 23-26) y proclama el mandamiento del servicio recíproco y del amor fraterno (Jn 13, 1-15). En el mismo momento que sella esta Alianza nueva, en esta misma hora, la de las tinieblas, prevista amargamente en Getsemaní, Jesús es entregado por uno de los suyos y abandonado por los demás discípulos.

Es esta entrega, aceptada con amor obediente al Padre y ofrecido a los hombres, la que abre el Viernes Santo, día en que adoramos la Cruz del Señor. En una celebración sobria y austera, aunque no exenta de majestad, nuestras miradas se centran en la inmolación del “Cordero que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29) y en la señal de su muerte redentora: la Santa Cruz. La acción litúrgica de este día quiere concentrar la atención de los fieles sobre todo por el misterio de la Cruz. La adoración de la Cruz por todo el pueblo, precedida de la ostensión a toda la asamblea: «Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo» es tradicionalmente acompañada por el himno Crux fidelis:

“¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza! Jamás el bosque dio mejor tributo en hoja, en flor y en fruto. ¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol, donde la Vida empieza con un peso tan dulce en su corteza!»

La alusión al árbol del paraíso nos recuerda que si el fruto de aquel árbol produjo la muerte, el fruto de este precioso Árbol es la Vida misma que de él pende. Los Improperios, por su parte, apuntan al misterio de la glorificación y de la divinidad de Jesús, que muere herido de amor y lleno de ternura hacia su pueblo.

Tras la adoración de la Cruz entraremos, durante el Sábado Santo, en la meditación del profundo misterio de la muerte de Cristo. Si el Viernes Santo nos permitía contemplar aún al Traspasado, colgado de la Cruz, exhausto de amor, el Sábado Santo es un día “vacío” litúrgicamente pues la pesada piedra de la tumba oculta al Muerto: todo parece haber terminado, la fe aparentemente parece reducirse a una mera ilusión o un ciego fanatismo. A última hora ningún Dios ha salvado a este Jesús que se llamaba su Hijo y que, obediente hasta la muerte, todo lo había puesto en sus manos.

En este Sábado hondo y silencioso –a medio camino entre el dolor de la Cruz y el gozo de la Pascua– los discípulos experimentan el silencio de Dios, el abatimiento de su aparente derrota, la dispersión debida a la ausencia del Maestro, que a la vista de los hombres parece estar, uno más, definitivamente prisionero de la muerte. Todo esto junto a la vergüenza por haber huido y renegado del Señor hace que se sientan traidores, incapaces de afrontar el presente.

¿No es éste, de forma especialmente trágica, una representación de nuestros días? ¿No comienza a convertirse nuestro tiempo en un gran Sábado Santo, en el día de la ausencia de Dios, en el cual incluso a los seguidores de Cristo se les produce un gélido vacío en el corazón y se disponen a volver a su casa, camino de Emaús, avergonzados y angustiados, sumidos en la tristeza y la apatía por la falta de esperanza, sin advertir que Aquél a quien creen muerto se halla entre ellos? ¿No es la ausencia de esperanza la enfermedad mortal de las conciencias en esta época signada por el rechazo a Dios y la exaltación del materialismo relativista y hedonista? Incluso en los discípulos podemos reconocer la desorientación, las nostalgias, los miedos que caracterizan nuestra vida de creyentes en el escenario de la dictadura del relativismo.

Pero en este Sábado Santo se otea el resplandor de la vigilia y se nos invita a vivirlo con María, con la Iglesia, que vela en la espera, alentada por la certeza en las promesas de Dios y por la esperanza en la potencia divina que resucita a los muertos. Mirando a María, descubrimos que frente a la indiferencia y a la frustración, a la exaltación del puro goce del instante y sin espera de futuro, el único antídoto posible es la esperanza. Pero no una esperanza que se asienta en cálculos, previsiones y estadísticas, sino en aquella otra que tiene su único fundamento en la fidelidad de Dios.

Esa es la gran luz que nos traerá la celebración de la Resurrección gloriosa del Señor en la Vigilia Pascual. La fe en el Misterio Pascual de Cristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación nos constituye ante el mundo en testigos de esperanza con nuestras palabras y con nuestra vida. Mirando a Jesús y a María, su Madre, podemos argumentar ante la increencia de la cultura actual que la verdadera fuerza del hombre se manifiesta y se realiza en la fidelidad con la que es capaz de dar testimonio de la verdad, resistiendo a loas y amenazas, a incomprensiones y chantajes e incluso a la persecución más dura y cruel. Por este camino, nuestro Redentor nos llama para que resistamos “arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (Col 2,7) para poder así ser lo que Jesús espera de nosotros, es decir, "sal de la tierra" y "luz del mundo" (cf. Mt 5, 13-14).

La liturgia de la Vigilia Pascual y del Domingo de Resurrección que viviremos, nos hace contemporáneos, con toda la Iglesia, de la gran victoria de la Cruz. Cristo resucita y su triunfo sobre la muerte supone un acontecimiento actual, no un mero recuerdo del pasado. A todos se nos invita a introducirnos con Cristo en su propia Pascua, en su propio paso de este mundo al Padre. Y de este modo se nos ofrece sumergirnos de nuevo en el misterio de nuestro bautismo y renovar de esta manera nuestra pertenencia a Cristo glorioso, a celebrar el signo más luminoso del Amor de Dios por sus criaturas.

La Iglesia velará vigilante para celebrar el triunfo del Amor sobre el egoísmo, de la Luz sobre las tinieblas, de la Vida sobre la muerte. En el silencio de la Noche Santa, Cristo Resucita, sale vivo del sepulcro, resucitado para siempre, levantado victorioso de entre los muertos. Luz de luz, Dios de Dios, Vida de la Vida que invade la entera existencia humana. Como las santas mujeres llevaremos el anuncio de la Buena Noticia de que Cristo está vivo porque, como ellas, recibiremos el anuncio de los ángeles, lleno de un gozo desbordante: “¡Ha resucitado!”. En el sepulcro ya no domina la muerte, sino que sobre ella reina la Vida y quienes, como la Magdalena, lo hemos visto y le hemos oído llamarnos por nuestros nombres, tendremos ocasión de renovar nuestro sí y seguirlo por el camino que va de la Cruz a la gloria.

Dios está vivo no en el pasado, sino en el presente y su amor es más fuerte que todas nuestras muertes. Desde este momento es posible vivir la caridad conyugal, capaz de motivar la respuesta a la vocación matrimonial y la fidelidad a la alianza sellada en el sacramento nupcial. Ahora podemos beber de un amor de gratuidad, alimentado en los torrentes de la gracia y que hacen posible la donación, el servicio y el sacrificio personal para que la familia sea vivida como lugar de libertad, de crecimiento, de verdad. La victoria sobre la muerte abre la puerta para afrontar el desafío de la crisis de las relaciones conyugales y familiares y superarlas mediante el perdón recíproco repetido y la solicitud de la caridad inspirada por el Evangelio. A la luz de la Resurrección es una realidad la iluminación de multitud de vidas consagradas a Dios para servir a los hombres, viviendo en castidad, pobreza y obediencia. Ahora será posible, en una sociedad secularizada, mantener vivo el sabor de los cristianos, el buen olor de Cristo y proponer ante un mundo hedonista la sabiduría de la Cruz sublime cátedra de verdad y de amor.

Preparémonos para escuchar la Buena Noticia que resonará como himno de victoria: ¡Cristo ha resucitado¡ La muerte y el mal no tienen la última palabra, sino la Verdad y el Bien, Dios mismo. Dispongámonos a entrar en este tiempo de alegría y de fiesta, entonando con fuerza el canto solemne del Aleluya pascual.

A la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la primera, según piadosa tradición, en ver a su Hijo resucitado, le encomiendo a cada uno de vosotros, sus hijos, para que por su poderosa intercesión os conceda la gracia de experimentar en la propia vida la resurrección gloriosa de Cristo, que es también la nuestra. ¡Feliz Pascua de Resurrección!


+ José Mazuelos Pérez

Obispo Asidonia-Jerez

Pregón Semana Santa 2011

El pasado domingo de Pasión tuvo lugar en la Parroquia Santo Domingo de Guzmán, el pregón de Semana Santa de Bornos 2011, a cargo de Luciano Lobo Marchán, abogado y componente de la junta de gobierno de la Hermandad del Santo Entierro.

Resultó un pregón muy emotivo, cargado de vivencias y experiencias personales.

Presentó al pregonero Mª Josefa Martínez, antigua maestra de Luciano, que resaltó su trayectoria tanto en su etapa escolar como en su vida religiosa.

El pregonero hizo referencias a sus vivencias más personales, desde que comenzara su andadura religiosa como monaguillo, catequista y colaborador parroquial.

Muy emotivas fueron también las menciones a su familia y muy especialmente a sus abuelas.

También Luciano realizó una bella semblanza de las distintas estaciones penitenciarias de Bornos y Coto de Bornos, intercambiando alocuciones en narrativa y verso.

El pregonero se encontró arropado por su familia y acompañado por los párrocos de Bornos D. Luis Piñero, y Coto de Bornos D. Justiniano Cuadrado así como el alcalde, Fernando García, y miembros de la Corporación municipal. En su faceta profesional de abogado, se encontraban asimismo presentes la Sra. Decana de la Facultad de Derecho de Jerez y su profesora de Derecho Canónigo: Representantes del Consejo Parroquial y de diferentes hermandades de la localidad, así como numerosos fieles, no dejaron escapar la ocasión de disfrutar del emotivo pregón de Luciano Lobo, quién recibió las felicitaciones de los asistentes que elogiaron su retórica y sentir devoto.





viernes, 8 de abril de 2011

Reflexión para el QUINTO DOMINGO DE CUARESMA (10-4-2011)

La historia de Lázaro coloca la resurrección en el punto de mira. La resurrección de Lázaro es la manera en que Cristo dice “Soy la Resurrección, ¿crees esto?”. Es el momento en que la comunidad cristiana abandona todas sus esperanzas en Cristo.

Juan 11, 1-45: "Yo soy la resurrección y la vida"

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron decir a Jesús:
«Señor, tu amigo está enfermo».
Al oírlo dijo Jesús:
«Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».
Por eso Jesús, que amaba a Marta, a su hermana María y a Lázaro, al enterarse de que Lázaro estaba enfermo, se detuvo dos días donde se hallaba. Sólo entonces dice a sus discípulos:
«Vamos otra vez a Judea».
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección del ultimo día».
Jesús le dice:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó:
«Sí, Señor: creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Jesús, muy conmovido, preguntó:
«¿Dónde lo han enterrado?»
Le contestaron:
«Señor, ven a verlo».
Jesús se echó a llorar y los judíos comentaban:
«¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron:
«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llegó a la tumba que era una cueva cubierta con una losa.
Dijo Jesús:
«Quiten la losa».
Marta, la hermana del muerto, le dijo:
«Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días».
Jesús le dijo:
«¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea para que crean que tú me has enviado».
Y dicho esto, gritó con voz potente:
«¡Lázaro, ven afuera!»
Y el muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo:
«Desátenlo y déjenlo andar».
Y muchos judíos que habían ido a casa de Marta y María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

5º DOMINGO DE CUARESMA

lunes, 4 de abril de 2011

CARTEL SEMANA SANTA 2011


Hoy Lunes, se ha presentado el cartel anunciador de la Semana Santa de Bornos 2011. El autor del cartel ha sido Manuel Ruiz González, quien desinteresadamente, como viene siendo habitual, ha utilizado una instantánea de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Esta foto fue tomada en la Procesión de esta Hermandad del año 2006 y tiene de peculiaridad que la Estación de Penitencia salió del Templo Parroquial y no fue en dirección de la calle San Sebastián para subir la tradicional cuesta de Villalón por encontarse de obras. Esperemos que el cartel sea del agrado de todos los vecinos de Bornos y represente de la manera que se merece a nuestra Semana Mayor.

domingo, 3 de abril de 2011

Reflexión para el CUARTO DOMINGO DE CUARESMA (3-4-2011)

El milagro de la curación del ciego muestra que Cristo no sólo quiere curar físicamente, sino también iluminar los rincones oscuros de las vidas de las personas. A través de esa luz de la verdad llama a todo el mundo a vivir como “hijos de la luz”.

Juan 9, 1.6-9.13-17.34-38: "Fue, se lavó y volvió con vista"

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un ciego de nacimiento. Escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva, se lo puso en los ojos al ciego, y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé» (que significa “Enviado”).
El fue, se lavó y volvió con vista. Y los vecinos y los que lo habían visto antes pidiendo limosna, comentaban:
«¿No es ése el que se sentaba a pedir limosna?»
Unos decían:
«Sí, es el mismo».
Otros, en cambio, negaban que se trataba del mismo y decían:
«No es él, sino uno que se le parece».
Pero el ciego decía:
«Soy yo».
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego, pues en un sábado Jesús hizo lodo con su saliva y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
El les contestó:
«Me puso lodo en los ojos, me lavé y veo».
Algunos de los fariseos comentaban:
«Este hombre no puede venir de Dios, porque no respeta el sábado».
Otros replicaban:
«¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos, y volvieron a preguntarle al ciego:
«Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
El contestó:
«Que es un profeta».
Le replicaron:
«¿ Es que pretendes darnos lecciones a nosotros, tú que estás lleno de pecado desde que naciste?»
Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
«¿Crees en el hijo del hombre?»
El ciego preguntó:
«Y quién es, Señor, para que crea en El?»
Jesús le dijo:
«Lo estás viendo: es el que está hablando contigo».
Entonces el hombre dijo:
«Creo, Señor».
Y se postró ante Jesús.

4º Domingo de Cuaresma

sábado, 26 de marzo de 2011

3 Domingo de Cuaresma

viernes, 25 de marzo de 2011

25 de Marzo. Anunciación de María

3 Domingo de Cuaresma

jueves, 24 de marzo de 2011

Jornada por la vida. 25 de marzo de 2011



NOTA DE LOS OBISPOS DE LA SUBCOMISIÓN PARA LA FAMILIA Y DEFENSA DE LA VIDA CON MOTIVO DE LA JORNADA POR LA VIDA (25 de Marzo de 2011)
«Siempre hay una razón para vivir»
La vida de cada ser humano es sagrada: tiene su origen en el amor eterno de Dios que ha querido que cada persona sea imagen de su gloria y participe de la misma filiación de su Hijo. Por eso la vida es un bien y cuidar la vida un deber.
Sin embargo, existe en la actualidad una oscuridad que lleva a no apreciar la grandeza y belleza de cada vida humana amada eternamente por Dios. Esta falta de luz afecta en primer lugar al reconocimiento de la dignidad personal del ser humano desde el instante de su concepción, tal y como hemos podido comprobar nuevamente con la reciente aprobación de la última ley del aborto que hace de este crimen un derecho.
Pero esta oscuridad sobre el origen sagrado y la dignidad absoluta de la vida humana se extiende a otros momentos de la existencia de las personas en los que se muestra y experimenta la fragilidad. Son muchos los que no descubren que la vida es un bien cuando viene acompañada por enfermedades graves, minusvalías psíquicas o físicas, momentos de pobreza, de soledad, de la debilidad que acompaña el paso de los años o en el momento del ocaso de la propia vida.
Por ello, y con motivo de la próxima Jornada por la Vida, los obispos de la subcomisión queremos anunciar la esperanza cristiana manifestando que «siempre hay una razón para vivir».
1. Llamados a ser hijos en Cristo
Dios nuestro Padre «nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo según el beneplácito de su voluntad a ser sus hijos» (Ef 1, 4-5).
La asombrosa revelación de que existe una vocación personal, un proyecto divino dirigido a cada ser humano, nos hace descubrir el sentido que orienta la vida, la razón por la cual merece la pena ser vivida, siempre y en toda circunstancia. La elección eterna de Dios en Cristo para ser sus hijos y responder a su amor es la luz que ilumina la existencia concreta de cada persona, le hace descubrir su propia dignidad y le aporta la certeza de que está llamado en todo momento a dar fruto que permanece (cf. Jn 15, 16).
Existe una razón para vivir porque se nos ha ofrecido un amor mayor que nosotros mismos, que nos permite construir nuestra historia personal y que nos salva, dándonos la posibilidad de realizar plenamente nuestra vida en el amor siendo sus hijos, aunque esté marcada por el dolor.
Este amor incondicional del Padre se ha manifestado en plenitud en el envío de su propio Hijo, revelando así la grandeza y belleza de todo hombre cuya dignidad se mide no por lo que tiene o consigue, sino por el precio de la misma sangre de Cristo con la que ha sido rescatado (cf. 1 Pe 1, 18-19). Es esta misión del Hijo, por la que «se ha unido en cierto modo con todo hombre», la que manifiesta «el valor incomparable de cada persona humana».
Esta dignidad permanece inalterada en todos los momentos y fases de la vida.
Siempre somos hijos y en todo momento podemos vivir en comunión con Jesucristo, que acompaña a cada persona en todo momento y de un modo particular cuando la vida está marcada por el dolor o la pobreza (cf. Mt 25, 31-46). Por eso la enfermedad no es motivo de un abandono desesperado a la muerte, sino a la confianza en Aquel que nos ama y llena el sufrimiento de esperanza.
Este amor hasta el extremo manifestado en Cristo constituye la razón para vivir con sentido en aquellos momentos en los que aparentemente parece que no hay nada más que esperar: «solo la gran esperanza-certeza de que, a pesar de las frustraciones, mi vida personal y la historia en su conjunto están custodiadas por el poder indestructible del Amor (…) puede en ese caso dar todavía ánimo para actuar y continuar».
2. Llamados a ser santos en el amor
2.1. El amor transfigura el sufrimiento
Para muchos, inmersos en una mentalidad materialista y utilitarista que valora el fruto de la vida según una medida cuantificable de éxitos, placer, salud, triunfos, etc., es difícil encontrar la razón para vivir en los momentos en los que, a causa de las limitaciones, parece no servir para casi nada o se padece el sufrimiento con especial intensidad. Sin embargo, «la vida encuentra su centro, su sentido y su plenitud cuando se entrega». Por eso la existencia de cada persona no es valiosa ni fecunda por la ponderación de ciertos bienes logrados, sino por el don de la propia vida por amor: si el grano de trigo cae en tierra y muere da mucho fruto (cf. Jn 12, 24).
Y aquí radica la maravillosa posibilidad de encontrar un sentido a la vida incluso cuando está marcada por la fragilidad. La unión con Cristo en la cruz permite que el «sufrimiento quede traspasado por la luz del amor», descubriendo la fecundidad de entregar la propia vida en la ancianidad, la enfermedad u otras circunstancias.
Es Cristo quien nos da la posibilidad de vivir la vocación con dignidad en el momento de la cruz aceptando, madurando y dando un sentido al dolor que se transforma en fuente de salvación cuando se une al amor crucificado de Cristo.
Por eso, frecuentemente nos encontramos con personas que aportan una gran luz en medio de su sufrimiento, creando a su alrededor un clima de amor que mueve a la correspondencia en familiares o amigos.
2.2. La Iglesia, hogar de compasión
«Para poder decir a alguien: “Tu vida es buena, aunque yo no conozca tu futuro”, hacen falta una autoridad y una credibilidad superiores a lo que el individuo puede darse por sí solo. El cristiano sabe que esta autoridad es conferida a la familia más amplia, que Dios, a través de su Hijo Jesucristo y del don del Espíritu Santo, ha creado en la historia de los hombres, es decir, a la Iglesia. Reconoce que en ella actúa aquel amor eterno e indestructible que asegura a la vida de cada uno de nosotros un sentido permanente, aunque no conozcamos el futuro».
Anunciar y hacer presente ese amor indestructible que aporta luz y sentido a la vida de cada ser humano constituye el corazón de la misión de la Iglesia. Conscientes de la dignidad de cada persona y movidos por la caridad que genera el Espíritu Santo en el corazón de los creyentes, los cristianos estamos llamados a ser «santos en el amor» con la medida de la compasión de Cristo. Cuando la sociedad no sabe dar sentido al dolor o a la fragilidad humana y abandona a las personas a su soledad, los miembros de la Iglesia nos sentimos urgidos para responder con el amor de Cristo y engendrar esperanza en personas que, al sentirse queridas y acompañadas en su sufrimiento o soledad, pueden superar engaños y dolores; es decir, pueden encontrar la razón para vivir.
En este sentido, es ingente la labor maternal de la Iglesia que siempre acoge a todo hombre, especialmente cuando sufre, reconociendo en su dolor al mismo Cristo crucificado. No podemos sino agradecer e impulsar el trabajo de tantos hermanos nuestros en el acompañamiento de la vida naciente y de las familias; en residencias de menores y de ancianos sin recursos; en hogares para niños con discapacidades físicas o psíquicas; en residencias para enfermos mentales o centros de recuperación de drogadictos; en centros de acogida y atención a enfermos de SIDA; en comedores y albergues para los que no tienen techo; en hospitales o clínicas promovidas por la Iglesia para mostrar el amor de Cristo con el enfermo; en la inmensa red de Cáritas o en los innumerables proyectos realizados por multitud de consagrados y laicos comprometidos con los más pobres.
Esta enorme fecundidad eclesial es el testimonio sin palabras que reconoce la grandeza y dignidad sagradas del ser humano y manifiesta la certeza de que el amor de Dios abraza, cuida y comparte cada vida.
Conclusión
La vocación divina que ilumina todos los momentos de la historia de los hombres culmina en la vida eterna. A pesar de los dolores, enfermedades o pobrezas, la propia historia personal esconde una asombrosa promesa de eternidad en la vida que Cristo nos ha alcanzado: «yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante» (Jn 10, 10). Por eso descubrimos la dignidad y la esperanza de la existencia humana no solo en la debilidad o el sufrimiento, sino también en el momento de la muerte, cuando confiamos el fin de nuestra vida terrena al Altísimo y nos abrimos al don de la bienaventuranza.
Encomendamos los frutos de la próxima Jornada por la Vida a nuestra Madre, fuente de consuelo que permanece al pie de la cruz de su Hijo y de cada hijo que sufre. Que Ella nos haga testigos infatigables del Evangelio de la vida anunciado que en Cristo siempre hay una razón para vivir.

Los Obispos de la Subcomisión para la Familia y Defensa de la Vida